El paso del tiempo, la exposición solar y el estilo de vida dejan huella en nuestra piel. Por eso, en una reciente conferencia sobre “Deporte, piel y edad”, abordamos cómo cuidar la piel según la etapa vital, combinando ciencia, experiencia clínica y hábitos sostenibles. A continuación, resumimos los principales consejos que pueden ayudarte a preservar la salud cutánea a largo plazo.
18 a 25 años: Prevención inteligente desde el inicio
Objetivo: Prevenir el daño solar acumulado, reforzar defensas antioxidantes y conservar el colágeno natural.
En esta etapa, los hábitos que adoptes tendrán un impacto clave en el futuro de tu piel. La base: limpieza diaria, hidratación y protección solar. Un sérum de vitamina C por las mañanas puede reforzar la barrera antioxidante. En consulta, se aconseja una higiene facial anual, peelings suaves y técnicas no invasivas como la radiofrecuencia externa o microdosis de neuromoduladores para prevenir la formación de arrugas dinámicas.
25 a 40 años: Mantener, corregir y fortalecer
Objetivo: Combatir el estrés oxidativo, preservar la firmeza y prevenir manchas.
La piel empieza a mostrar los primeros signos de envejecimiento. Además de la rutina básica, es momento de incorporar activos como los retinoides. En consulta, los neuromoduladores dos veces al año ayudan a suavizar líneas de expresión. También se recomienda iniciar tratamientos inductores de colágeno, hidratación profunda con ácido hialurónico y láser para unificar el tono.
40 a 55 años: Rejuvenecer y estimular la regeneración
Objetivo: Corregir daños estructurales, proteger la función mitocondrial y potenciar la renovación celular.
Es clave mantener una rutina constante en casa, adaptando los productos según las necesidades estacionales, como el uso puntual de despigmentantes. A nivel clínico, destacan tratamientos como la radiofrecuencia fraccionada y el plasma rico en plaquetas (PRP), tanto facial como capilar, para estimular la regeneración desde el interior.
Más de 55 años: Restaurar y abordar el envejecimiento de forma integral
Objetivo: Contrarrestar los efectos hormonales, reforzar la capacidad reparadora y proteger frente a nuevas agresiones.
La regeneración cutánea requiere un enfoque más completo. Combinamos tratamientos con tecnologías avanzadas y terapias regenerativas, como el uso de grasa autóloga o plasma enriquecido. La frecuencia de las visitas también aumenta, para un seguimiento personalizado. Es fundamental integrar el cuidado hormonal y nutricional, con una visión holística del envejecimiento saludable.
En resumen
La salud de la piel no depende de fórmulas milagrosas, sino de constancia, prevención y decisiones informadas. La alimentación, el ejercicio y la suplementación adecuada son pilares fundamentales. Cuidarse bien no es solo cuestión de estética, sino de salud y bienestar a largo plazo.